¿Por qué tengo dolor de rodilla?

La rodilla es una de las articulaciones más complejas e importantes en nuestro cuerpo, ya que nos permite caminar, correr, saltar y realizar muchas actividades diarias. Sin embargo, también es una de las regiones más propensas a lesiones y molestias, especialmente cuando no le prestamos la atención adecuada.

El dolor de rodilla puede tener muchas causas, desde lesiones musculares o ligamentarias, hasta desgaste por edad o sobreuso. Algunas de las lesiones más comunes incluyen la tendinitis, la condromalacia rotuliana, lesiones en los meniscos o ligamentos, y la artrosis.

¿Qué estructuras están involucradas?

La rodilla es una articulación increíblemente compleja, compuesta por varias estructuras que trabajan juntas para permitirnos movernos con facilidad. Sin embargo, estas mismas estructuras pueden ser las responsables del dolor cuando se lesionan o se inflaman:

  •  Los ligamentos: Son como los «cables» que mantienen la estabilidad de la rodilla. Los más conocidos son el ligamento cruzado anterior (LCA), encargado de la estabilidad anterior de la rodilla y el ligamento colateral medial o ligamento lateral interno (LLI). Cuando se lesionan, suelen causar dolor intenso, hinchazón y sensación de inestabilidad. 
  • Los meniscos: Son como amortiguadores de cartílago en forma de “C” y “O” que ayudan a distribuir el peso y absorber los impactos. Una lesión en los meniscos puede causar dolor, bloqueo de la articulación y dificultad para mover la rodilla. 
  • El cartílago: La superficie de la articulación está cubierta por cartílago que permite un movimiento suave. Cuando este cartílago se desgasta o se daña, puede generar dolor, rigidez y sensación de roce, especialmente en casos de artrosis. 
  • Los tendones: Conectan los músculos con los huesos y ayudan en el movimiento. Lo más importantes en la articulación de la rodilla son el tendón cuadricipital y el rotuliano. La tendinitis rotuliana, por ejemplo, puede causar dolor justo debajo de la rótula, especialmente en actividades que implican saltar o correr. 
  • La bursa: Son pequeñas bolsas llenas de líquido que reducen la fricción entre los tejidos. La bursitis, que es la inflamación de estas bolsas, puede causar dolor y sensibilidad.

Factores de riesgo

Conocer y saber identificar los factores de riesgo es imprescindible para la prevención de lesiones y para saber elaborar una estrategia de tratamiento en caso de sufrirlas.

  1. Edad: El envejecimiento se asocia con un desgaste progresivo del cartílago articular, aumento de la fragilidad de los tejidos y mayor predisposición a patologías degenerativas, como la osteoartritis.
  • Sexo: Las mujeres presentan una incidencia ligeramente superior en ciertas lesiones, como la rotura del ligamento cruzado anterior (LCA), atribuible a diferencias anatómicas, hormonales y biomecánicas.
  • Sobrepeso y obesidad: El exceso de peso incrementa significativamente las cargas mecánicas sobre la articulación de la rodilla, favoreciendo el desgaste del cartílago y la aparición de patologías degenerativas.
  • Actividad física de alta intensidad o técnica inadecuada: Deportes que implican saltos, cambios bruscos de dirección o impactos repetitivos, como el fútbol, baloncesto o atletismo, aumentan el riesgo de lesiones si no se realiza un entrenamiento adecuado o si se carece de una técnica correcta.
  • Debilidad muscular y desequilibrios biomecánicos: La insuficiencia en la fuerza de los músculos estabilizadores, especialmente cuádriceps, isquiotibiales y glúteos, puede alterar la biomecánica de la rodilla, predisponiendo a lesiones.
  • Mala alineación articular y alteraciones biomecánicas: Patologías como genu valgo, genu varo, pies planos o cavos, generan cargas anormales en la articulación, incrementando el riesgo de lesiones y degeneración.
  • Historial previo de lesiones: La existencia de lesiones anteriores en la rodilla aumenta la probabilidad de recurrencias si no se realiza una rehabilitación adecuada y una recuperación completa.
  • Factores genéticos: Predisposiciones hereditarias pueden influir en la susceptibilidad a patologías estructurales o degenerativas de la rodilla.

Lesiones más comunes

  1. Lesión del ligamento cruzado anterior (LCA):
    Esta lesión es común en deportes que implican cambios bruscos de dirección, saltos o aterrizajes. Se caracteriza por una rotura parcial o total del ligamento, lo que puede comprometer la estabilidad de la rodilla y requerir intervención quirúrgica en casos severos.
  • Lesión de menisco:
    Las lesiones meniscales suelen ocurrir por torsión o rotación forzada de la rodilla, provocando desgarros que pueden generar dolor, hinchazón y bloqueo articular.
  • Tendinitis rotuliana:
    Conocida también como «rodilla del saltador», esta lesión implica la inflamación del tendón rotuliano, generalmente por sobreuso o esfuerzo repetitivo. Es frecuente en atletas que realizan saltos frecuentes o actividades que implican flexión repetida de la rodilla.
  • Condromalacia rotuliana:
    Se refiere a la degeneración del cartílago en la parte posterior de la rótula, causando dolor y sensación de inestabilidad. Es común en personas que realizan actividades que implican flexión repetida de la rodilla o en aquellos con desalineación patelar.
  • Bursitis prepatelar:
    Inflamación de la bursa situada frente a la rótula, generalmente causada por traumatismos o movimientos repetitivos. Se presenta con hinchazón, sensibilidad y dolor en la zona anterior de la rodilla.

El diagnóstico preciso de todo este tipo de lesiones y el tratamiento oportuno son fundamentales para prevenir complicaciones a largo plazo y restaurar la funcionalidad de la articulación. La evaluación clínica, complementada con estudios de imagen como resonancias magnéticas, permite determinar la gravedad y el enfoque terapéutico adecuado.

¿Qué hacer?

Como ya te puedes imaginar, las causas que expliquen tu dolor de rodilla pueden ser muy variadas. Por lo tanto no hay nada que podamos escribir que sirva como “pastilla mágica”. Llevar una vida activa y una musculatura con la suficiente fuerza suele ayudar mucho.

Una vez que tienes dolor, lo importante es no ignorarlo. En muchos casos, una evaluación temprana por parte de un fisioterapeuta puede marcar la diferencia en la recuperación. La fisioterapia puede ayudarte a fortalecer los músculos que estabilizan la rodilla, mejorar la movilidad y reducir tanto la inflamación como la sintomatología. A través de numerosas pruebas diagnosticas y test podemos precisar cual es tu lesión. Otras herramientas como la ecografía también pueden sernos de gran ayuda. Además, un programa de entrenamiento adecuado puede prevenir futuras lesiones y mejorar tu rendimiento en las actividades que más disfrutas (tanto del día a día como deportivas).

Recuerda que cada caso es único, por eso es fundamental acudir a un profesional que pueda diseñar un plan personalizado para ti. ¡No dejes que el dolor limite tu calidad de vida! Por eso, si experimentas dolor persistente o severo, lo mejor es consultar a un especialista para una evaluación adecuadas. Ni todas las lesiones de menisco deben operarse, ni todas las tendinitis se pasan con reposo. Cada caso y cuerpo es un mundo.

Si tienes alguna duda o quieres saber más sobre cómo cuidar tus rodillas, no dudes en contactarnos. ¡Desde Ubuntu Fisioterapia y Entrenamiento estamos aquí para ayudarte!